miércoles, 27 de mayo de 2009

Carta nro. 3

Mi sombra y yo lo hemos discutido y hemos decidido que me empieza a sobrar tu presencia. Así como lo escuchas, me rebasa tu duda, me irrita tu armoniosa incertidumbre. Me indigna el afinado titubeo que sale de tu cuerpo.
Y no digas que estoy fuera de mí, por que sabés que no es así, lo sabés muy bien. Solo traté de apagar por un rato al mundo y escucharte. Imposible. El mismo zumbido sonaba con burla en mis oídos. Decidí romper tu fuente principal así arruinar una a una tus ramificaciones de la mentira. Mentiritas gruesas que tapaban el flujo de la verdad.
Es cierto que de tanto andar siempre se vuelve al mismo corral, pero esta vez el portón va a estar cerrado para vos. Y me anticipo a tu por qué, ansioso por saltar. Porque estoy lista para establecer un manto de tranquilidad, y voy a tirar las cosas que tienen gusto a dolor. Vos sos una de ellas.
Te doy un respiro para que empieces a ordenar tus cosas y tus palabras. Quiero ver si sos capaz de recomponer ese discurso. Tal vez quieras llegar a convencerme como lo hiciste antes. Pero no, es muy tarde, demasiado tarde. La respuesta cae de madura y negativa.

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