Hay un muro de quietud
Entre nuestras percepciones
Un vallado extenso y metálico
Que se va ciñendo en la piel
Hay diez centímetros de silencio
Que me distancian de el
No le basta
Que descanse sobre su premura
Sobre su furibunda habilidad
Repito sus frases hasta el cansancio
Invento limites a su infinita sonrisa
Invierto sus lados para encontrarle sentido
Desarmo su somnolienta mirada
Desato la ansiedad al aire puro
Anudo sus caricias a mi memoria
Magia simple y sobrenatural
Que se fue diluyendo
Hasta ser un vestigio de la nada
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