sábado, 23 de mayo de 2009

Tan cerca del borde

La depresión (del latín depressus, que significa "abatido", "derribado") es un trastorno emocional que en términos coloquiales se presenta como un estado de abatimiento e infelicidad que puede ser transitorio o permanente. El término médico hace referencia a un síndrome o conjunto de síntomas que afectan principalmente a la esfera afectiva: la tristeza patológica, el decaimiento, la irritabilidad o un trastorno del humor que puede disminuir el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, independientemente de que su causa sea conocida o desconocida. Aunque ése es el núcleo principal de síntomas, la depresión también puede expresarse a través de afecciones de tipo cognitivo, volitivo o incluso somático.
En mi vida jamás habrá un nunca tan certero como el que ayer clavaste en mi mirada, perdida por la fuerza que ese nunca tenía. Y tus “yo te avisé” no me avisaron que yo podía quebrar un muro tan escondido en mí. Un muro que jamás tuvo que ser levantado, si es lo mismo que esté ahí o no. Tu “¿Qué querés que haga?” me deja a mí sola hacer el trabajo sucio de sufrir. Porque sí, padezco el peor de los males y trato de que no se me note. No quiero contagiar a nadie más. Ya no.
Buscando salidas yo te pude encontrar, pero jamás logré poner en carne cruda la esencia de lo que vos buscabas en mí. Y siento como mi piel desprende capas y capas de torpeza; las mismas que fueron superpuestas para que nadie sepa de la enfermedad de la que te estoy hablando. No quiero que pienses que ya estoy privilegiada por sus efectos, porque no es así, estoy lejos de la barata inmunización. El placebo no sirve, las vías orales jamás sirvieron, para que sepas. Y llegué al punto de bifurcación, al cruce, a la encrucijada. El “¿ahora qué hago?” es un mantra que se repite con constancia en mi cabeza. Ya no hay un punto medio. Blanco o negro, izquierda o derecha, Dios o Satanás, cualquiera de ellas pero tengo que elegir. Para bien o para mal, debo elegir, si no seguiré festejando esta gran danza de perdedores que me rodea y solamente me causa repugnancia. ¿Acaso ellos nunca supieron que también atestiguan su enfermedad, tan similar a la mía?, mas creo que pudieron pagarse una quimioterapia fugaz entre botellas vacías y sabanas destruidas.
Pero volvamos al ayer, en el que tu nunca caía de maduro y no había nada más que la irrefrenable sensación de que la enfermedad volvía a estallar. “El amor te lima hasta los dientes” dijiste. Y con eso, ¿qué?, jamás pusiste una pauta clara por la cual yo podía guiar el curso de las aguas escandalosas de mi sentir. Mi “Es que ya no se que hacer” salía inocentemente de su escondite y esperaba un poco de misericordia de tu parte.

Archivo encontrado en hospital de salud mental Pacífico, habitación 314, Paciente: Sandra Hybrido.

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