sábado, 6 de junio de 2009

No es día para la balanza

¿Qué es lo que hay que tener para que sean lindas ahora? Carlos Alberto Cortez

¿Qué? No me mires así, yo se que estás sintiéndote igual que yo. Me excuso por adelantado pero esto no involucra a la raza masculina, al menos que tenga un desorden alimenticio latente, no creo que sepan apreciar lo que pienso escribir.
Igual está justificado que sea injusta, porque ellos tampoco no saben ajustar la vista cuando aparece una mujer con sus “kilitos de más”. Me da la más sincera bronca de ver como se atraganta la gente con frases sin escrúpulos como: “mira como le saltan los rollos, largá los postres”.Hijos de puta: así con todas las letras bien puestas. Cuando vean la cantidad de marcas que se dedican a vender alimentos ricos en grasas comparado con las pocas que producen comidas sin gusto.
Yo quiero acusar al ente principal de toda esta miseria: la televisión. No me lo niegues que es así. Entre publicidad y publicidad, te van plantando el formato de la mujer perfecta, la chica 10. Sonríe todo el tiempo, hasta cuando está recién levantada parece como si estuviera maquillada. La ropa impecable, ni un pelo fuera de su lugar. Y la panza, los brazos, hasta las orejas parecen torneadas y con buena forma. Entonces, me pregunto cómo quieren que compitamos con la ficción si la realidad no tiene fotoshop.
Fácil, facilísimo. El arquetipo de la mujer de hoy se basa en tomar pastillas: para cuando tiene tránsito lento, para cuando come demasiado, para cuando no come tanto, para cuando duerme, hasta hay pastillas para sus bolsillos. Y no se te vaya a cruzar por la cabeza que por empastillarte, podés tener una almuerzo como Dios manda. No, craso error: te espera la lechuga, el tomate, el pollo hervido hasta la médula. En fin, una comida para pacientes en coma 4 que parece salida del cuarto estómago de la vaca.
¿Y te creíste que con esto ya terminabas por cumplir tu parte? Lamento decirte que no, te falta la cuota diaria de ejercicio. Porque además de comer como si estuvieras en un Ramadán eterno, tenés que moverte para todos lados, ser la figuretti del gimnasio.
Y esto no lo digo simplemente para llamarte la atención, yo lo digo para que defiendas tu derecho ante la vendedora que te mira y te dice: “mmm, talles para vos no hay”. Que alces tu voz contra el tío de turno que te acompleja con su “se va para arriba y para lo ancho también”. Y por sobre todo, que resistas la tentación de no matar a la persona que te mira analíticamente cuando compraste una pizza grande para tu familia.
Yo creo firmemente en volver a las raíces: ¿o me vas a negar que las romanas no se las consideraba bellas con sus kilométricas túnicas? Que las mujeres del Renacimiento no la pasaban bomba con sus vestidos gigantes y Boticelli pintaba cuadros y cuadros. O aquellas señoras de los años 20 cuando iban a la playa no tenían que inhibirse por usar mallas microscópicas, iban con sus vestimentas recatadas y relajadas.
Pero volvamos al principio, los hombres no entenderían como te puede dar tantos dolores de cabeza 500 gramos de más. Se nota como alimentaban sus fantasías de ser superhéroes mientras nosotras nos carcomíamos internamente del odio con la infame Barbie. Debería demandarla a ella también, malditos 90-60-90. Y después, cruelmente te boicotean la autoestima con un inocente “gorda” de por vida.
Esto no es por darme vuelta como un panqueque pero me gustaría saber lo que es ser hombre. Porque al final de cuentas, a ellos se les permite tener toda la panza que quieran. Mientras más viejos mejor, siempre que tengan varios ceros en sus cheques. Perdóname Pizarnik pero creo que voy actualizar tu frase: “Yo no sé de patentes ni sé del origen del futbol, pero creo que mis pelotas deberían ser de fuego”.

2 comentarios: